20 May ¿Cuánto tiempo dedicamos a plantear preguntas correctas?
“Se necesita coraje para pararse y hablar, pero mucho más para sentarse y escuchar”.
Winston Churchill
¿Te has preguntado alguna vez por qué por lo general hablamos más de lo que callamos y de lo que escuchamos?
Ya desde niños nos damos cuenta de que se premia más la respuesta correcta que el simple hecho de preguntar. ¿Cuántos niños son capaces de formular preguntas cuando el profesor les invita a compartir sus dudas antes de proseguir con la lección? La respuesta: muy pocos.
Según parece, padecemos de un mal que algunos llaman “escucha superficial”. Y lo triste es que es un mal en aumento. Tal vez el mundo globalizado y la era de las comunicaciones, con Internet a la cabeza, tenga algo que ver; mejor dicho, mucho que ver. Desde que amanece hasta que acaba el día lo pasamos picoteando noticias de aquí y de allí, sin profundizar en lo que leemos, de hecho los índices de comprensión lectora son también para preocuparse.
Retrocedamos un poco en el tiempo. A mediados de los años 90 un libro se convirtió en éxito de ventas y, paradójicamente, no se trataba de un libro de ficción. Inteligencia emocional de Daniel Goleman, ponía sobre la mesa una cuestión crucial: ¿Por qué el control de las emociones es la clave para el éxito personal y profesional? En dicho libro, Goleman identificó a la escucha como una de las principales habilidades de las personas que saben relacionarse con los clientes y que gestionan correctamente las emociones propias y ajenas.
¿Qué pensará Goleman, ante los altos índices de escucha superficial de hoy día? Posiblemente verá con buenos ojos los talleres en los que se enseña a escuchar y que están empezado a aflorar por doquier.
Decía Einstein que si él tuviera que resolver un problema en una hora y su vida dependiera de ello, dedicaría 55 minutos a encontrar la pregunta adecuada, y 5 minutos a hallar la respuesta. Y eso es justamente lo que no nos enseñan a hacer. En esta vida nos apresuramos por encontrar respuestas, como si viviésemos en un concurso con la condena de un reloj marcándonos los segundos que nos quedan. Por contra, ¿cuánto tiempo dedicamos a plantear preguntas correctas? Tal vez, si invertimos la estrategia, y empezamos a obrar como Einstein, no obtengamos las respuestas con la rapidez que nuestra sociedad premia, pero seguramente esas “buenas preguntas” que habremos conseguido plantear nos habrán puesto en el camino adecuado para encontrar sus respuestas.
En Coaching, preguntas y respuestas son esenciales. Y escuchar “activamente”, es clave.
Para empezar a generar escucha, hay que empezar por generar la actitud de escucha, y ello pasa por encontrar puntos en los que nos encontremos con el otro. Lamentablemente a la gente lo que le encanta es oírse a si misma, nada le preocupa menos que sentarse a escuchar lo que el otro tiene que decir. Por todo ello, ¡bienvenido sea el Coaching y la escucha activa!
Continuará…
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