27 Jun La cuerda del violín
Habitualmente vivimos instalados en nuestras particulares zonas de seguridad, en esos lugares todo lo que nos rodea es conocido e incluso a veces nos resulta aburrido, porque no experimentamos novedades, vivimos en algo así como en un terreno inmóvil. Pero, por suerte, siempre hay zonas de potencialidad por las que transitamos en algunos momentos del día, y que nos facilitan acceder a nuevas experiencias y amplían nuestra visión y nos hacen estar más abiertos. Pero también en esas zonas podemos sentirnos más frágiles, más vulnerables y experimentar temor. Uno de los objetivos de todo coach profesional es sacar a su cliente de la zona de confort y acompañarle.
El miedo es algo natural, nos alerta de que estamos saliendo de nuestra zona de seguridad, pero no es nada negativo. Los clientes de un buen coach profesional aprenden rápidamente que sentir vulnerabilidad y miedo es indicativo de haber decidido salir a experimentar fuera del entorno de confianza, una decisión que lleva implícito el aprendizaje. Y aprender es siempre positivo.
Quienes deciden salir de su zona de confort experimentan a la vez ilusión y miedo. Las dos caras de la moneda, dos emociones muy potentes. Saben que han tomado la decisión de progresar y de querer ir más lejos. ¿Cómo actúa un coach en esos momentos?
Una de las tareas más importantes del coach es facilitar su cliente el contacto con los recursos que este tiene, los propios. Apuntalado en sus recursos el cliente puede empezar a abordar los desafíos que la salida del terreno de confort le va a presentar. Solo se aprende dando pasos, cayendo y levantándonos de nuevo, no hay otro modo de aprender que el de enfrentarnos a hacerlo. Pero hacerlo acompañado de un coach es diferente.
¿Cómo saca el coach al cliente de su zona de confort?
Cada escuela de Coaching tiene sus propios métodos para hacerlo, pero todas coinciden en una cosa: el rol del coach. En estos “momentos críticos y clave” de todo proceso de Coaching el coach tiene la enorme responsabilidad de retar, confrontar y facilitar el cambio.
La metáfora de la cuerda del violín.
Para que un violín suene bien la cuerda tiene que estar afinada en su nota correspondiente, lo que significa que tiene que estar tensada en un grado justo, ni más ni menos, solo así se puede producir la armonía musical. Algo parecido sucede en un Proceso de Coaching, donde el coach es el responsable de calibrar el grado de tensión óptimo de sus clientes, sabiendo en qué momentos es necesario tensar o aflojar, para que éstos “suenen” siempre con su mejor armonía. Y lo más importante de todo, conseguir que los clientes suenen siempre así, no solamente cuando están en presencia de su coach.
Seguiremos profundizando en la relación entre coach y cliente, en todo lo que pasa al decidir abordar un cambio y en lo que lleva implícito la palabra “aprendizaje”.
Gracias por seguirnos y ¡Feliz Verano!
FUENTES:
PNL & COACHING Una visión integradora. Vicens Olivé Pibernat. Rigden Institut Gestalt, Barcelona. 2010
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